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¿Quién nos enseña a ser padres?

La respuesta rápida y sencilla es: ‘nuestros padres‘. Aprendemos de quienes ya tienen la experiencia y la comparten con nosotros, con amor y entrega. Otra respuesta sería: ‘nuestro instinto‘. Nuestra parte animal mamífera sale a relucir en el momento de la maternidad (desde el embarazo) y paternidad. Esa parte que busca la perpetuidad de la especie automáticamente te hace querer proteger a tu bebé.

Y así ha sido siempre. La crianza de un hijo se ha realizado en comunidad, transmitiendo oralmente conocimientos de generación en generación a través de nuestras madres y nuestras abuelas, que a su vez aprendieron de sus madres y sus abuelas, que se guiaban por sus instintos más primarios.

Sin embargo, hoy en día las familias son núcleos más pequeños y, gracias a las nuevas tecnologías y la educación, tenemos a nuestro alcance gran cantidad de información. Por eso nos podemos ver desbordados a la hora de elegir un camino u otro para la crianza y educación de nuestros hijos. La vida, la historia y la ciencia nos demuestra cada día que no sabemos nada. Cada año hay nuevos descubrimientos o salen a la luz nuevos estudios que echan por tierra años de técnicas y métodos hasta entonces perfectamente válidos e instaurados en la vida de cualquier persona. Y no me refiero solo a la crianza de los hijos, sino a cualquier ámbito. Hace años poco se sabía, por ejemplo, de las repercusiones para la salud de un fumador pasivo o que el consumo de azúcar está íntimamente relacionado con la diabetes. Por eso, otra clave para aprender a ser padres es ‘la formación‘.  Los padres de hoy deberíamos informarnos y formarnos en relación a la salud, alimentación y educación de nuestros hijos.

¿Cómo?

Leyendo libros, noticias, revistas, escuchando podcasts, preguntando a profesionales, haciendo cursos, acudiendo a escuelas de padres, asistiendo a talleres o charlas…

Si sólo aprendemos lo que nos enseñan nuestros padres podemos quedar desactualizados, repitiendo sus mismos errores. Si sólo nos fiamos de nuestro instinto deberíamos ser buenos conocedores de la materia para tomar buenas decisiones. Y si sólo aprendemos de los libros probablemente estemos pasando por alto el contexto social y personal. Pues hay libros que están escritos por autores extranjeros que reflejan muy bien la cultura de su país, pero quizás no se ajuste igual a nuestras rutinas, clima o cultura. Por ejemplo, si estás buscando recetas para la alimentación de tu bebé busca autores o apps de tu país que propongan recetas con ingredientes fáciles de encontrar en cualquier supermercado de tu ciudad.

En definitiva, la receta mágica es una mezcla de las tres: nuestros padres, nuestro instinto y nuestra formación. Estos tres ingredientes son la clave para aprender a ser padres, aunque, por supuesto, será tu propio bebé el que vaya marcando el ritmo. Hay mucho ensayo-error en esto de ser padres, pero cuanto menos dejemos a la suerte, mejor. Hay que estar preparado para todo.

La crianza respetuosa

Actualmente sabemos que, a lo largo de la historia, se han cometido muchos errores en cuanto a la crianza y la educación de los niños. Los pediatras, psicólogos, pedagogos, sanitarios o científicos de cada época, con la mejor intención, por supuesto, recomendaban y recetaban pautas de actuación a los nuevos padres que estaban supeditadas  a las condiciones sociales, históricas y los adelantos científicos que hubiera en esa época en el lugar donde estuvieran. No hace falta irse muy atrás, seguro que si preguntamos a nuestras madres o abuelas nos contarán maneras para criar un niño muy diferentes de las que ponemos en prácticas las madres de hoy en día. Y nos decimos que es normal, que eran otros tiempos.

La última corriente sobre crianza materna  se llama crianza respetuosa. Metodología que en las redes sociales es muy aclamada pero que a pie de calle es muy criticado por muchos padres y abuelos. Voy a explicar un poco qué es y en qué se basa, según los libros que he leído, el boca a boca y la cultura internauta.

La crianza respetuosa es un modelo de crianza basado en la parte más natural del ser humano, en el aspecto más primitivo de nuestra especie. Si eliminamos el contexto social que nos rodea ¿cómo se criarían a los niños? ¿cómo lo hacían en la prehistoria? ¿cómo lo hacen nuestros parientes más cercanos, los primates? Hace millones de años no existía la leche de fórmula, ni se dejaba llorar a una cría hasta que se durmiera (entre otras cosas porque atraería a depredadores y se lo comería), tampoco se llevaban las crías en carros ni vehículos sino que se llevaban encima… Se basa en la relación entre la madre y la cría, de forma natural, respetando que el cuerpo de la mujer está diseñado para ser madre y el del bebé dependerá de su madre hasta que sea maduro física y psicológicamente  para sobrevivir solo en el medio que le rodea. Siguiendo este método el bebé no es un ser ‘malvado y caprichoso’ que ha venido para desafiar la autoridad de sus padres ni desbancar el lugar de nadie. Un bebé no llora porque le apetezca, no quiere estar en brazos de su madre ni pide atención para demostrar nada a nadie. Simplemente es un ser humano original, como una pizarra en blanco. Sólo tiene los instintos básicos animales (alimentación , sueño y seguridad) y poco a poco va adquiriendo y aprendiendo de su entorno. El bebé presenta unas necesidades que sus padres deben satisfacer para que crezca sano y se convierta en la persona maravillosa que deseamos. Dichas necesidades van cambiando conforme el niño va creciendo y desarrollándose. Cuanto antes aceptemos los padres que las necesidades de nuestros hijos no son caprichos y que deben ser atendidos, la relación entre padres e hijos mejorará y se aliviarán muchas tensiones que padecemos los padres que tenemos bebés.

El bebé se considera un individuo que merece ser tratado con el mismo respeto y consideración que un adulto. Y por ello la crianza respetuosa fomenta la convivencia y educación de los hijos sin gritos ni castigos de ningún tipo. Propone otra serie de técnicas más colaborativas, basadas en la confianza y el diálogo. Podemos encontrar frases como ‘tener disciplina no significa ser estricto’ o ‘no hace falta ser agresivo para demostrar que hablas en serio’. De esta forma los hijos crecen en un entorno más amable y confortable, así se convertirán en adultos felices, comprensivos, cariñosos, creativos, familiares y leales.

Espero haber aclarado un poco cual es la idea de esta corriente de crianza y educación familiar. Autores destacados con libros que son de lectura obligatoria en este método son Carlos González y Rosa Jové. Personalmente a mí me gusta esta forma de afrontar la maternidad, pero pienso que, como todo en esta vida, los extremismos no son buenos, y que cada familia debe adoptar las medidas necesarias para criar a sus hijos que mejor se adapte las sus características, tanto las características de los hijos como la de los padres. Cada niño es un mundo y le funcionan unas formas de actuar diferentes, así que cada padre deberá no sólo tirar de lo conocido sino buscar nuevas formas para conseguir conectar con su hijo al nivel que quiera, siguiendo el o los métodos que quiera. Al menos eso hago yo. 🙂