‘Hace ya un año que decidimos evitar el uso de pantallas (televisión, tablet, móvil…) con nuestro bebé.’ Así comenzaba la publicación en la que explicaba los argumentos por los cuales decidimos no utilizar dispositivos de pantalla con nuestro hijo. Os dejo el enlace AQUÍ.
Pero, ¿cómo se mantiene esa decisión tras un confinamiento en el que la única forma de poder ver a la familia es por videollamada? ¿Tiempo en el que estuvimos encerrados en casa las 24 horas del día, los 7 días de la semana? Efectivamente, fue imposible continuar retrasando el momento en el que las tecnologías llegaran a la vida de nuestro bebé.
Gracias a ellas pudimos ver, hablar y reír con nuestros familiares cada día, los abuelos pudieron ver a su nieto y los primos jugar y gastarse bromas, pudimos bailar coreografías, ver cuentacuentos y marionetas, pudimos llenar nuestros días de cariño, música y cultura en tiempos de reclusión e incertidumbre.
Pero ¿cuáles fueron las consecuencias inmediatas en nuestro bebé? Se adaptó demasiado bien.
- Comenzó a demandar el uso de móvil, televisión o tablet todos los días. Incluso recién levantado.
- Rabietas si le negábamos el uso del dispositivo en ese momento o lo apagábamos.
- Jugaba simulando que tenía un teléfono móvil.
El uso, o abuso, de móviles, televisión o cualquier elemento de pantalla influye negativamente en el desarrollo cognitivo, psicológico, social y motriz del niño, está demostrado científicamente. Haciendo un recorrido rápido, un uso inadecuado de los aparatos con pantalla puede provocar adicción, alteraciones del sueño, déficit de atención, favorecer el sedentarismo y la obesidad infantil y empobrecer las relaciones sociales entre los niños y las personas de su entorno.
Por tanto, y siguiendo las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría, la Asociación Americana de Pediatría y la OMS, hemos establecido unas normas y límites en lo que respecta al uso de dispositivos de pantalla. Unas directrices que nos permitan usar la tecnología de forma segura, y siempre manteniendo el lema ‘menos es más’. Es decir, que si lo podemos evitar, mucho mejor.
- El tiempo de exposición máxima es de 30 minutos a 1 hora al día.
- Fijar el momento del día en el que se pueden usar dichos dispositivos. Por ejemplo, antes o después del almuerzo.
- Nunca usar los dispositivos durante las comidas. El momento de la comida es muy importante para el niño. Es el momento en que la familia se reúne, socializa y aprende el ritual de comer los alimentos (cómo coger los cubiertos, como pedir que te pasen el pan, limpiarse la boca, beber en el vaso…). Por eso es importante que no estén distraídos con el móvil o la televisión.
- Nunca dejar al niño solo con el dispositivo. En todo momento, debe estar acompañado de un adulto, no solo para seleccionar un contenido infantil adecuado sino también para poder conversar sobre lo que se está viendo para garantizar que lo comprende.
- Establecer lugares libres de pantallas, por ejemplo el cuarto de baño, el dormitorio, la piscina…
Debemos ser el mejor ejemplo para nuestros hijos, usar nuestros dispositivos solo cuando sea necesario y evitar que se conviertan en un objeto de deseo misterioso. Si nos ve mirando el móvil o usando el ordenador y nos pregunta, le explicamos lo que estamos haciendo (mandar un mensaje a la abuela, haciendo un trabajo, llamando a papá…) de forma que el niño aprende para qué se usa, de una manera natural. Y cuando hemos terminado, apagarlo o dejarlo en reposo en algún lugar (mesa, mueble, funda…). Así no lo concibe solo como un objeto de entretenimiento.
En definitiva, ha llegado un tiempo de nuevo de aprendizaje, tanto para nosotros como para él. Y lo haremos lo mejor posible.