Hay quienes se toman el mes de enero como punto de partida para proponerse nuevos objetivos, cambiar hábitos o mejorar algún aspecto de su vida. Para otros es el mes de septiembre, con el comienzo del curso escolar, el que da el pistoletazo de salida a todos estos buenos propósitos y nuevos proyectos. Y para algunos, en el que me incluyo, ese momento comienza después de cerrar una etapa dolorosa de tu vida.
Por muy color de rosa que te empeñes en ver la vida, los obstáculos y los momentos difíciles de abordar nos acompañan y nos golpean sin previo aviso. Forzándonos a aprender y a improvisar, intentando tomar las mejores decisiones. Son momentos de introspección y reflexión.
Para mí comienza ahora una nueva etapa, en el mismo lugar, con la misma gente pero con una actitud nueva y renovada. Sabiendo que el camino que tengo delante no es fácil pero con ganas de afrontarlo. Con ánimo y con ilusión. Hoy miro al exterior, al mundo, nuevamente con mis gafas verdes, las que me hacen ver la vida color de rosa. Será rosa palo, rosa fucsia, rosa empolvado, rosa salmón, rosa bebé, rosado, rosa frambuesa o el tono que sea, pero para mí, y así me gusta transmitirlo, es color de rosa. Y si con mi actitud puedo contagiar una sonrisa, merece la pena.