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¿Sueñas con tu vida o vives tu sueño?

Por estas fechas solemos hacer balance del año que está apunto de terminar y propósitos para el nuevo año. Otro año más haciendo la misma lista de propósitos repetidos, vagos e inconexos. La mitad de la lista es la misma cada año pues no hemos sido capaces de cumplirla en los doce meses del año. ¿Te has preguntado por qué? ¿Por qué no somos capaces de lograr nuestros objetivos?

Este año propongo algo diferente. Seamos sinceros y contestemos a la pregunta que lanzó en el título de este post. ¿Sueñas con tu vida o vives tu sueño? Parece una pregunta tonta pero no lo es. Si la contestamos con sinceridad puede incomodarnos y sacar sentimientos que no nos gustan. Contesta honestamente y descubre cómo quieres que sea tu vida. Sé detallado y desglosa todo lo que puedas estos deseos. Será entonces cuando conseguirás una lista de propósitos reales, los que realmente te llevan a la vida que quieres. ¿Sueñas con vivir cerca Del Mar o en otra ciudad? ¿Con montar tu propio negocio? ¿Con viajar más a menudo? ¿Sueñas con estar sano y esbelto?

Una vez hayas esbozado tu vida soñada, enumera qué puedes hacer este año que te acerque a tu sueño. Quizás tengas que hacer un curso de idiomas, ahorrar un porcentaje extra de tu sueldo al mes, aprender a diseñar una página web, buscarte otro trabajo que te de un ingreso extra, levantarte más temprano, mejorar tu capacidad de organización…

Objetivos más pequeños que nos lleven a la meta real. Esta visión de la vida de tus sueños nunca debes perderla de vista. No pierdas la visión de conjunto, el por qué de lo que estás haciendo. Estar enfocado es importante, si no acabas como cada año abandonando tu propósito al mes de empezar.

Que el 2019 no se convierta en un año más, que el nuevo año nos lleve a conseguir la vida que deseamos. Olvídate de la típica lista de deseos para el nuevo año. Siéntate, reflexiona y plasma qué quieres y cómo puedes conseguirlo. Contesta a la pregunta: ¿Sueñas con tu vida o vives tu sueño?

Lo que piensas tú sobre tí vs lo que piensan los demás.

El autoconcepto que tenemos de nosotros mismos se forma uniendo lo que pensamos de nosotros mismos y lo que  piensan o creemos que piensan los demás. Esta imagen que tenemos de nosotros mismos es la que nos va a motivar y dar fuerza en la vida para conseguir lo que deseemos, para no darnos por vencidos ante las dificultades. Es por eso, que en cualquier proceso de cambio, debemos trabajar primero en nosotros mismos. En nuestra autoestima.

La metáfora del iceberg, de Virginia Satir (trabajadora social y psicoterapeuta estadounidense) estima que, al igual que ocurre con un iceberg, las personas sólo mostramos a la superficie un porcentaje muy pequeño de lo que somos en realidad. Digamos que lo que se ve en la superficie es un 20% de nosotros, frente a un 80% que queda oculto en nuestro interior.

El 20% que se muestra corresponde a la conducta y acciones que llevamos a cabo en nuestra vida diaria.

El 80% restante son las emociones, los pensamientos, las expectativas, los sentimientos, los deseos, las percepciones, etc.

Es por esto que se dice «nunca se conoce de verdad a la gente». Porque es muy difícil llegar al 100% de una persona. De la mayoría sólo conocemos lo que nos enseña, ese 20% de la superficie. Y de tu círculo más íntimo quizás llegues al 50% o 60%, ya que compartís sentimientos, deseos y/o expectativas.

Por tanto, debemos tener claro que somos mucho más de lo que mostramos a los demás. La imagen que tienen otros sobre ti es sólo de esa pequeña parte de ti que enseñas al mundo. Tú eres y vales mucho más. Así que la importancia de lo que opinen otras personas sobre ti es relativa, debe ser tenida en cuenta siempre sabiendo que se refiere sólo a una parte muy pequeña de tu ser.  Igual pasa en sentido contrario. Cuando te sorprendas a ti mismo juzgando o criticando a alguna persona, intenta ser consciente de que lo que no te gusta son sus actos pero no lo la persona en sí. Su conducta (ese 20% de la persona) puede que sea cuestionable, pero desconocemos qué está ocurriendo bajo esa superficie (el otro 80%) para que se comporte así. Así que, en la medida de lo posible, intentemos no juzgar a la gente. Ni arrojar juicios de valor sobre alguien sin intentar conocerla mejor.

Tenemos claro ya dos cosas: la primera es que somos mucho más de lo que aparentamos y la segunda es que la opinión de los demás no es tan importante como parece. Sin duda alguna, que nos elogien o nos halaguen nos aumentará la autoestima, y nos sienta de maravilla jeje, pero el efecto es pasajero. Para que nuestra autoestima no dependa sólo de terceras personas, además de tener claro que somos «un iceberg», podemos trabajarla de múltiples maneras. Voy a enumerar algunas:

  • Hacer cada día algo que te guste mucho.

Saca 15 o 30 minutos como mínimo al día para hacer algo que te guste mucho: ver una serie, salir a pasear o a correr, jugar con tu perro o con tu videojuego favorito, llamar a tu mejor amiga, hacer el amor, comer un postre especial…

  • Ser riguroso.

Ponte metas muy sencillas y fáciles de cumplir. Al ver que las consigues, automáticamente tu cerebro crea el mensaje «Yo sí puedo». Que te permitirá incrementar la dificultad de las metas. Por ejemplo empecemos por tomar un vaso de agua cada mañana al levantarme. Cuando lo consigas tendrás mayor motivación para conseguir otra meta más difícil, por ejemplo, tomar fruta cada día a media mañana.

  • Escribir frases que te ayuden y ser visual.

Escribe mensajes que te motiven y déjalos a la vista: en el frigorífico, en el corcho de la oficina, en tu agenda, en la mesita de noche… Aunque no te pares cada día a leerlos, tus ojos pasan por esos mensajes rápidamente y, de forma inconsciente, el cerebro sabe lo que has escrito y te ayudará a motivarte.

  • Eliminar los asuntos pendientes.

Este, sin duda, es el más difícil de llevar a cabo para mí. Haz una lista de tareas que tienes pendientes desde tiempos inmemoriales y, sin prisas, ve realizándolas hasta ir eliminándolas todas. La satisfacción que sientes después de quitarte ese peso de encima que llevabas meses o años cargando te da un subidón de autoestima brutal. Ejemplos de estos asuntos pendientes que digo son: limpiar los zapatos, ordenar el armario, llamar a la abuela, montar la estantería del trastero, etc.

Durante las próximas semanas publicaré en mi cuenta de instagram ejemplos para aumentar la autoestima. Lo que yo hago y a mí me sirve. Escribidme en comentarios qué hacéis vosotros para motivaros, qué os funciona y que no.